A fines de diciembre del año de 1965 Carlos Estrada Sotelo Ex alumno de la carrera de Contaduría del Iteso y amigo mío se presentó en el negocio en que estaba trabajando, para invitarme a dar clases en esta Universidad, yo no tenía ninguna experiencia como maestro, mis estudios fueron los de Contador, pero nunca el de magisterio, y le contesté de inmediato que SI sin pensarlo, a los pocos minutos que él se fue me pregunté que por qué había dicho que sí, pero ya había dado mi palabra y no me quedaba otra así que inicié mi primer curso en enero de 1966.
A fines de noviembre de 2005 el Rector Héctor Acuña también mi amigo me habló un día para invitarme a comer, mi primer cuestionamiento fue, que raro, ¿qué hice? o ¿que deje de hacer?, nos encontramos en el restaurante la Estancia Gaucha, después de un buen rato de plática, me dijo que quería pedirme la jubilación, algo que no se estilaba en el Iteso, y que a partir de mí quería que se iniciara el proceso de jubilación por edad. Para entonces yo tenía 65 años cumplidos, y de inmediato le dije que SI, pero después me cuestioné por qué le había dicho que sí, sin haberlo meditado, pero ya había dado mi palabra, por lo que acepte y seguí todo el proceso de jubilación.
Ambas decisiones fueron rápidas y difíciles, pero no me arrepiento y me siento feliz.
La conclusión es que mi reacción fue igual cuando me invitaron a dar clases por primera vez como cuando me jubile 40 años después y creo que una de las cosas importantes en la vida es la PALABRA EMPEÑADA más que cualquier papel.
Lo curioso del asunto es que a la fecha aquí sigo.
Jesús